En los antiguos libros litúrgicos romanos se prescribía que, en la misa del día de la Epifanía, después de cantado el evangelio, el archidiácono, vestido de pluvial, anunciara al pueblo desde el ambón la fecha de la Pascua y de las otras fiestas movibles del año.
Esta costumbre se relaciona con la práctica de los primeros siglos cristianes, cuando desde Alejandría (donde eran especialmente cultivados los estudios astronómicos), se mandaban a todas las iglesias de la cristiandad las llamadas Lettere festali, en las cuales se indicaba la fecha precisa de la Pascua.
Por esa antigua costumbre, el Misal establece como opcional que el día de la Epifanía, tras la proclamación del Evangelio, y antes de la homilía, se haga el anuncio solemne de las fiestas movibles del año. Este anuncio se hace con un texto especial que prevé el Misal, y puede ser cantado o leído.
Queridísimos hermanos:
La gloria del Señor se ha manifestado y se continuará manifestando entre nosotros, hasta el día de su retorno glorioso. En la sucesión de las diversas fiestas y solemnidades del tiempo, recordamos y vivimos los misterios de la salvación.
Centro de todo el año litúrgico es el Triduo Pascual del Señor crucificado, sepultado y resucitado, que este año culminará en la Noche Santa de Pascua que, con gozo, celebraremos el día 31 de marzo.
Cada domingo, Pascua semanal, la santa Iglesia hará presente este mismo acontecimiento, en el cual Cristo ha vencido al pecado y la muerte.
De la Pascua fluyen, como de su manantial, todos los demás días santos: el Miércoles de Ceniza, comienzo de la Cuaresma, que celebraremos el día 14 de febrero;
la Ascensión del Señor, que este año será el 12 de mayo;
el Domingo de Pentecostés, que este año coincidirá con el día 19 de mayo;
el primer Domingo de Adviento, que celebraremos el día 1 de diciembre,
también en las fiestas de la Virgen María, Madre de Dios, de los apóstoles, de los santos y en la conmemoración de todos los fieles difuntos, la Iglesia, peregrina en la tierra, proclama la Pascua de su Señor.
A él, el Cristo glorioso, el que era, el que es y el que viene, al que es Señor del tiempo y de la historia, el honor y la gloria por los siglos de los siglos.
Artículo tomado de Liturgia Papal
Comments